29 agosto 2007

Turismo de Aventura

Rencores aparte, la mejor noticia del día llegó pasadas las nueve de la noche en el aula 15 de la UBA con sede en Martinez: "¿Cortamos a las diez hoy?". Segunda semana consecutiva que nuestro estimadísimo profesor de economía, más conocido como "Hoy nos vamos antes" anunciaba gozozo el fin de la interminable jornada de miércoles (Literalmente hablando...sino fijénse en un almanaque qué día es hoy).
Cagándome de frío y con el último restito de puchos en el paquete que me quedan hasta mañana superé vientos, ganas de mear, de hacerle el amor incansablemente a una compañera y, bondi de por medio, arribé a la estación de Acasusso.
Llevo ropa de oficinista, y no es que acabo de violar en el subte a una secretaria de microcentro con piernas esbeltas y uñas bien arregladas. No solo porque en provincia no tenemos trenes subterráneos, sino porque además, mi abogado me lo prohibió. Evidentemente me estoy volviendo un tipo serio. Mis ojos van posados fijos sobre un libro un tanto Marxista, mis orejas están completamente cubiertas por el plástico de los auriculares y mi gorrito navideño. Entiendan que salir de Beccar tan temprano y con estos "calores" a las 8 de la mañana hacen que uno tenga que recurrir a cualquier medio para cubrirse la capocha. Mi gorrito hippón estaba lavándose al comienzo del día, con lo cual mi unica opción para evitar el freezingbrain se vio acotada a un gorrito de papá noel comprado para la ocación. Con toda esta descripción solo queda pensar en lo maravilloso que va a ser el viaje de vuelta en este hermoso tren. u2 al mango, un buen libro entre mis manos, Pero...
Siempre un pero. A veces ignoro la posibilidad de fijarme bien en los lugares a los que acudo. Escuché el tren venir, noté la vibración del andén cuando las puertas se abrieron y me introduje en lo que sería un viaje muy placentero. Al menos, los 10 minutos que me separan con mi estación de destino.
La luz, por demás escasa y la atenta mirada sobre mi osamenta por parte de un compañero viajante me puso en duda. Todo lo que tengo que hacer para saber que está ocurriendo es despegar los ojos del libro, levantarlos lo suficientemente suave como para no incomodar a nadie al hacer contacto visual pero lo suficientemente rápido para distinguir alguna cara conocida. Pero la luz, escasa como nunca me lo impidió. La puerta se cierra bruscamente y ya estoy aquí. Por fin levanto la cabeza y ahí lo noté.... ¡LA CONCHA DE LA LORA ME METÍ EN EL TREN DE CARTONEROS!
No solo con esta pinta, no solo con el gorrito navideño, no solo con mi hijo nuevo colgando de mis oidos, sino que además llevo puesta una camiseta DE BRASIL porque es abrigadita y evita que se me marquen los timbres con el frío matinal. Ruego que nadie la note. A esta altura u2 no suena más y se escucha a Sabina cantando "Y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido". Sabias palabras, don Joaquín.
Quizás si digo que soy el hermano de Gastón Pauls me perdonen la vida, no se queden con mis órganos y no se disputen la escritura de propiedad de mi culo y mi garganta. Dos muchachos insinúan que me van a culear y a matar, quizás no en ese orden.
Un olor raro se percibe en el ambiente. Evidentemente a esta centena de desocupados no le agrada mi presencia. Con cada grito de mis nuevos compañeros que cuestionan mi sexualidad y mi expectativa de vida sólo me acuerdo de aquella vez en el tren fantasma.
-Este tren no para hasta Capilla del Monte, papito sentencia un viajante. Pedir auxilio, socorro, o bien intentar dialogar con un maquinista no es algo en lo que me destaque.
Listo, yo que justo ayer hablaba con mi hermana sobre mi seguro de vida. Menos mal que ya tengo todo el papelerío en trámite. Hasta imagino el lado bueno de las cosas, ya que la primogénita de la familia dijo que con esa plata se iba a operar las gomas. Bien por ella.
Beccar se avecina y el tren no planea frenar pero yo, que después de un día completo rodeado de riesgos y de ilegalidad, tomo coraje, inflo el pecho y -Mp3, gorrito navideño y libro ya guardados en la mochila- me arrojo por una ventana. Solamente me raspé un poco el cuerpo. Lo que también tengo raspado es el cerebro y no por culpa del golpe. A partir de hoy me autoproclamo Idiota Nacional. Y no, no por no fijarme en qué tren subirme, por algo mucho peor... fue por no fijarme bien donde tirarme! Al momento de aterrizar con mis manos en el áspero andén me dí cuenta que mi bongee jumping tercermundista había sido una estación después. Victoria y su gente NO top me miran con asco. Mi primer movimiento antes de emprender la caminata que me lleve hasta mi hogar es sacudirme el polvo... maldito acosador, hubieras apuntado para otro lado. Este jean es nuevito.

18 agosto 2007

Chancleta

Todos alguna vez soñamos en convertirnos en una estrella de algun deporte o de destacarnos en algo. Siempre el motivo, en el caso de los hombres, es el mismo, poco original, que se repite de generación en generación y que nos convierte en seres sumamente predecibles: levantar minitas. Desde pequeños, ya en el jardín de infantes desafiamos todos los limites pateando la caja de crayones, pinturitas o lo que fuera para lograr al menos una tímida sonrisa de nuestras compañeritas.
Mi experiencia personal con los deportes es un tanto complicada.
Para empezar, jugué al futbol tanto en los recreos durante la primaria, como en el club del barrio. No recuerdo que en alguno de los dos lugares alguien me tuviera en cuenta. No solo porque no me reconocían ni les gustaba que yo sea el 4 mejor cotizado de la historia del futbol amateur, sino porque además era malísimo. De los 3 partidos que llegué a jugar en la liga barrial, en dos fui expulsado. Pasaba que mis rollitos demás y mi falta de habilidades en el sagrado arte del balonpié me convertían en solo un objeto que los delanteros tenían que esquivar. Era así que yo esperaba con las gambas abiertas, el corazón ansioso y el culo lleno de preguntas, que me tiren un caño para luego, darme vuelta y hacerles un tacle francés. De esa manera, el árbitro me expulsaba, mis compañeros me escupían, y mis hermanas se cagaban de risa de mi infortunio. Mis compañeros solían llamarme "Aldo", ya que estaba Aldo-pe en la cancha. Cansado de que el éxito no me llevara a ningun lado, a los 12 años decidí mejor dedicarme a otra cosa.
Natación: Desde los seis hasta los dieciseis años nadé en distintos clubes. Algunas temporadas compitiendo, otras no. Algunas veces agarrandome calambres en la zona profunda de la pileta, lo que me tenía preocupado por partida doble: La pierna, y no morir ahogado como un idiota en cinco metros de profundidad. Algunas veces entrando en la pileta con mi blanca palidez, digna del Conde Chócula que haría temblar hasta el más malo. Lo que pasa es que mi figura sin ropa no es algo que atraiga a las damas. No solo por mi palidez ya mencionada, sino por mi cintura, rollos, y patitas de tero peludas, lo que no explica por qué tantas figuras geométricas si dividieramos mi cuerpo en partes. (sí, chicas, estoy soltero). El punto máximo de mi conflicitva, hermosa y duradera relación con el agüita llegó en Diciembre del 2005. Después de un año y medio de entrenar de Lunes a Sabado seis horas diarias, estaba dispuesto a rendir el examen que me habilite como Guardavidas. La mala noticia llegó con un cambio de la legislación a último momento que impedía que un menor de 18 años pueda dar el examen. Yo tenía 16 por aquel entonces y me sentí practicamente violado. No por el examen, sino porque había un viejo que lo pesqué en reiteradas oportunidades mirando fijatemente a la beluga bebé que vive entre mis dos piernas. Fue así que decidí mejor dedicarme a otra cosa.
También jugué al voley y a antes de cumplir quince años, debuté en primera. Dejé en marzo del 2004 cuando jugando con mi club, un adversario tuvo una fractura expuesta a menos de medio metro de mi persona. Hecho que dejó secuelas imborrables, ya que a partir de ahí empeze a gritar mucho. Grité salvajemente hasta que me quedó un hilito de voz en la garganta. En esos momentos aprovechaba para jugar al Yo-Yo con mi propia cabeza los sabados a la mañana mientras escuchaba a Alejandro Sanz, o a Miguel "Conejito" Alejandro. Lo dificil era no chocarme la cabeza contra los muebles.
También intenté jugar al Béisbol, pero ese nunca lo entendí. Al momento de enseñarme a jugar, me explicaron que era "Muy similar al 'Quemado'". Me pregunto en qué se parece este juego por demás norteamericano al clásico entrenimiento infantil. Jamás comprendí si eran similares en la parte en la que uno le apunta a la trompa del contrincante siendo que este no es de nuestro agrado, en la parte en la que uno pone la cabeza para que a la señorita de nuestro interés no le pegue el bochazo que la deje fuera del juego, o en la que se agarra la bolas porque fue víctima de un golpe malintencionado de algun guanaco del otro equipo. No lo sé. Sigo mirando Béisbol y no lo entiendo. Como tantas otras cosas en la vida que miro, vivo y no comprendo. Como que a una abuela con Al Zehimer le intenten hacer memorizar el significado de los números de la Quiniela.

Ahora, luego de dos años ininterrumpidos de inactividad, un atado de Camel por día y mucha cerveza los días de descanso, puedo afirmarles que el deporte mundial se perdió una gran estrella. Sí, señoras y señores, yo hubiera sido un excelente Jockey... de haber medido cuarenta centímetros menos de los que mido actualmente, haber tenido un padre dueño de un Stood y ser retrasado mental.

Ok, con la última cualidad quizás sí dé con el Target.

06 agosto 2007

AtendeMe

Recuerdo haber tenido muchisimas conversaciones con diversos clientes a lo largo de mi estadía en una empresa, en la que oficiaba de Tech Support. Había un cliente, seguramente un hombre grande no muy dado con las artes de la informática. O por lo menos, menos dado que yo. Llegaba a llamar entre cuatro o cinco veces... por la mañana, y otras tantas por la tarde. La ventaja era que por la mañana generalmente estaba de buen humor, pero tambien estaba con más energía para preguntar más pelotudeces. No es que me molestaran sus inquietudes, sino que el sujeto pensaba que todo lo que ocurría dentro de su monitor era responsabilidad de la empresa de Web Hosting.
El colmo llegó cuando nuestro amigo decidió comprar un equipo de telefonía IP (teléfono por internet, basicamente).
Voy a hacer memoria e intentar transcribir una conversación con este sujeto.

-Buenos días, ¿En que lo puedo ayudar?
-Soy X, de X.com.ar... ¿Me escuchás?
-Sí, digame. ¿En que le puedo ser útil?
-Mirá, me mandaron toda la lista de los códigos de las ciudades para el teléfono pero... No están todas las ciudades de México...
-Le explico: originalmente el servicio está pensado para la Argentina, EE.UU y España. El resto de los códigos que nosotros le otorgamos son a modo de cortesía.
-Ah, ¿Y no te puedo cambiar una ciudad por otra?
Mi yo interior: ¿Vos te pensás que esto es un Mc Donalld's la concha de tu hermana?
-No, las ciudades no se pueden cambiar. Al menos no por el momento.
Luego de que me haga una serie de preguntas boludas, intenté a ayudarlo a usar dicho teléfono. Pero era él. Cualquier cosa podía esperarse de ese sujeto. Cuando le pregunté cual era el error que veía en la pantalla se puso a contarme las teclas que veía: "tengo el 1, el 2, el 3... hay una teclita verde, tambien...". Demás está decir que para esos momentos yo apretaba MUTE y me cagaba de risa.
Otra vez, recuerdo que luego de estar media hora puteandome por teléfono porque no podía recibir correos ni acceder a su sitio, se acordó que no había pagado la boleta de Fibertel. Le devolví las puteadas en mi mente y le corté con un "No hay ningún problema, quédese tranquilo".

La ultima de este chabón:
Más de media hora por reloj bombardeandome a preguntas que yo ya le había respondido por mail, mi brote de ira psicótico llegó cuando, insultandome, me preguntó:
-Me estoy yendo de viaje a España
MI yo interior: NO VUELVAS HIJO DE PUTA
-Ajam...
-Y estuve averiguando para ir a disparar un poco, quise entrar a una página de un polígono de tiro y no puedo entrar... ¿Se puede saber por qué no funciona?
Mi yo interior: TE MATO
-Mire, X, ese sitio no esta hosteado con nosotros asi que no sabría decirle el motivo.
-Ah, por que yo llamé, me atendió un gallego divino y me dijo que la página anda bien... ¿me lo podrás arreglar?
-Le explico, nosotros somos proovedores de WebHosting, no de Internet. Sinceramente no sé por qué no puede visualizar correctamente el sitio y tampoco sé como ayudarlo...
-¿Y no podrías mirar así lo solucionas?
Ahí le corté el teléfono. Sin duda el punto máximo de mi relación con este buen hombre llegó el día que le dije que no podía usar el telefono hacia México, excusando que "Es culpa de Canadá". Fue la ganzada más grande que le pude haber dicho a alguien. Es como que no te salga agua por la canilla de tu casa y que la excusa sea que andan mal los radares del Aeropuerto Nacional de Kingston, en Jamaica. Como estas anecdotas tengo un montón y sirven de relleno para no abandonar tanto el blog.

Amolos a todos en este momento. De verdad. GRACIAS.