A lo largo de estos casi 24 años que llevo en el planeta Tierra escuché incontable cantidad de historias de gente que no conozco. Sobretodo, de personas de la calle. La esquina de Juan B Justo y Santa Fé, en Palermo, la tengo alquilada. La puerta de la pinturería fue escenario de muchas charlas con gente que vive en condiciones de mierda y que, con la excusa de pedirme un pucho, siempre terminan contándome cosas de su vida. Y yo las escucho. No por caridad, o para poder reproducírselas a mis amigos en los asados, sino porque en general me interesa saber lo que tienen para decir. Todo intercambio me parece no solo saludable sino, además, necesario.
El domingo pasado mientras caminaba por mi barrio, un hombre que estaba cartoneando me pidió fuego. A los pocos minutos estábamos charlando como si nos conociésemos de toda la vida. Ahora sé que en el mundo existe un tal Diego, que tiene dos hijos, que se quedó sin padres y que la viene remando hace 30 años. Lo terminé ayudando a cargar en el carro un lavaropas que una familia bien de Olivos ya no usa. Para él significa vender las partes que todavía funcionan y llenar la olla.
Las veces que hablé con amigos sobre este tema la respuesta fue contundente: "Es tu cara". Tengo una cara normal, así que esa opción quedó descartada. Hace un tiempo dejé de hacerme esa pregunta, pasó a un segundo plano. Hasta hoy.
Mi compañero de trabajo de India (cosas de la globalización) me contó que su padre lo obligó a casarse. Hablamos solo un par de veces y por temas estrictamente laborales, pero hoy hubo un quiebre. Todavía no sé por qué, pero sé que es feliz, de a ratos, y trata de ponerle la mejor voluntad a la relación, que se formalizó hace un año. Tanto él como su esposa estudian y trabajan, tienen un pequeño hogar y el problema es que ahora ambas familias exigen nietos. "Y es un tema, porque hacemos lo que podemos", me dice en un inglés igual de básico que el mío.
Descartada la "Teoría de la cara", seguiré escuchando historias. Quizás encuentre, con el paso del tiempo, una respuesta más o menos lógica. "Capaz la respuesta no es una sola", me dijo mi papá. Habrá que averiguarlo.
6 comentarios:
Tal vez sea que sos una persona cálida, que invita a que uno confíe en vos...
Probablemente seas una de las pocas personas que està dispuesta a escuchar.
Hola, hermoso blog. Hoy lo encontre y me gusto mucho, me encanta leer sobre historias de vida de otras personas, y yo diria que tu profesion deberia ser algo relacionada a esto, digo psicologo o algo por el estilo, quizas va por aese lado la cosa, sabes escuchar a los demas, a mi me gusta sentirme escuchada, quizas sui un dia nos cruzamos te paro y te cuento mis problemas :)
Pasé y pienso volver.
Gracias por pasar hoy y dejarme esa frase que es tan cierta.
Abrazo.
Que lindo don.
Que lindo don.
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