16 octubre 2008

Va a ser todo sur

Era una tarde como cualquier otra en Parque Centenario. Estaba haciendo huevo en el bar de la facultad, sacándome los pelos de gato del saco, acomodandome el pañuelo en el cogote y pensando en el viaje para no morir del aburrimiento que sufro en la espera de entrada al aula.
Pedí fuego en la mesa contigua, tomé un sorbo de coca cola y me dispuse a esperar pacientemente a que la hora señalada se acercara. Una breve conversación con uno de los hippies del bar hizo que el tiempo pasara más rápido. Hasta me sentí contento, ya que no suelo conversar en lugares donde acudo hace poco; incluso llegando a limitar mis charlas a un "Buenas" con algún que otro energúmeno, y algunas palabras algo más dulces y tiernas como "Alfajor Capitán del Espacio" con alguna compañera algo más copada.
El hippie fogoso me charlaba de manera tal que hasta me sentí querido. Él, junto con otros sujetos maneja uno de los bares de la facultad, que pese a la mugre y que tiene cartelitos que ruegan a los comensales no fumar marihuana, es el sitio donde se cocinan los mejores tostados de pan árabe de todo Buenos Aires. Sumado al bajo precio y la calidez del ambiente, uno no puede negarse a pasar largas horas en ese recinto. Es un lugar humilde pero pintorezco, como el pueblo ese que en lugar de tener casas de putas, tenían chozas de paja.
Unos minutos más tarde los hippies a mi alrededor ya eran cuatro, y todos estaban escuchándome hablar de mis conocimientos sobre grupos como Los Fabulosos Cadillacs, Dancing Mood, La Vela Puerca y otros tantos que suelen deleitar mis oídos cada mañana al salir a trabajar.
Comenzé a decirme a mí mismo: "Qué lindo. Ahora acá tengo amigos. Más regalos para mi cumple", hasta que la fantasía finalmente se rompió contra el suelo.
Estaba ya en la barra del barcito, a punto de reptar por el pasillo y las escaleras cuando me acerqué al último hippie de la manada para preguntarle por el disco que estaba sonando a todo volúmen. Me comentó que era de un amigo de su hermano, que le sobraba una copia y se ofreció a prestarmela hasta nuevo aviso. Mientras el joven hurgaba entre el polvo y las cajitas plásticas, una compañera se acercó. Me preguntó que tal iba el trabajo, y nombró la multinacional a la cual le vendí mi consciencia social cuando firmé el contrato, hace ya unos cuatro meses, a cambio de un sueldo más digno que el de mi laburo anterior. Y aunque me muero de vergüenza cuando alguien lo sabe, ya era tarde para volver atrás. El individuo, sintiéndose ofendido por mi profesión capitalista, intervino en el diálogo:

-¿Qué? ¿Vos trabajás en IBM?
-Sí.
-Ah, bueno -dijo con desprecio- Entonces el disco conseguitelo solo.

Hoy más que nunca confirmo mi teoría de que los pseudo hippies que quieren hacer una revolución comunista en San Isidro, son iguales de obtusos que quienes afirman que los desaparecidos están paseando por Europa. Hoy más que nunca confirmo que merecen ser llevados a una casa abandonada todos juntos, y jugar al cuarto oscuro con Pablito Ruiz y Guillermo Andino. Hoy más que nunca sostengo que ningún extremo es bueno, aunque les ofrezco que antes de opinar sin conocer con quién están tratando, se cuelguen, al menos un ratito, de la punta de esta.

Puema

Pasaron menos de dos minutos desde que recibí el siguiente mensaje de texto:
"Resurge el poeta rosarino. Mami: con esas gomas me podés borrar del mapa".

Sin dudas, lo está esperando Mirtha para comer. ¡No llegues tarde!

09 octubre 2008

Se vemo

300 kms
Un Pullman General Belgrano
5 horas de traslado
y una ruta para mí solo


Me voy al pueblo, a ver a la familia, a festejar el cumple de la abu y a molestar a mi primita de cinco años.
Quizás con un poco de suerte pase gran parte de la estadía andando a caballo, comiendo asado, mirando el horizonte y respirando aire puro en honor a todos ustedes.
Salud, queridos juguetones. Me voy a armar las valijas...







¡¡¡ME VOY A LA MIERDA!!!




Update:

A la prima y el primo les digo que el próximo viaje es para allá; este es una misión que debo cumplir. Quiérolos.