25 junio 2009

¡He dicho!

Abordar el colectivo no había sido tarea facil dada la taradez que portábamos, producto de alguna dudosa actividad después de la cena. Haber escalado los peldaños hasta llegar a la expendedora había sido más dificil que Calamaro venda su disco quíntuple y luego de varios intentos, logramos nuestro cometido.
Los dos caballeros que me acompañaban y yo colocamos las monedas en la ranura indicada sin saber que sería un viaje de ida que marcaría un antes y un después en nuestras vidas.
Una vez introducido el capital necesario para pagar el boleto, caminamos por el pasillo central hasta el fondo y nos ubicamos en la última fila, con cuidado de no chocarnos ninguna vieja ni de apoyarnos con fingida inocencia alguna dama desprevenida. Con los culos fríos producto del crudo otoño y dispuestos a calentarlos, nos sentamos al final del vehículo mientras el motor hacía las veces de estufa para upites.
Aquel había sido mi primer fin de semana de soltería post ruptura por lo que había decidido firmemente salir con La Hurraca y Poly a romper la noche de manera Sospechosa.
Los diálogos y las conversaciones con mis dos fieles amigos rozaban la estupidez, al punto de empezar a comparar los dibujitos animados y su apología a las drogas: "Pedro Picapiedra, prestá atención... Pedro-Pica-Piedra, ¡Está hablando del faso! Y ni hablar de Pablo Mármol, que está re duro", mientras a pocos metros una jovencita nos miraba con cara de desaprobación mostrando en sus ojos las ganas de querer tirarse con el colectivo en movimiento, o de denunciarnos por calumnias e injurias contra los héroes de la infancia.
Promediando el viaje, a la altura de mi actual hogar -Sí, me mudé- una señorita se dispuso a bajar de la nave y La Hurraca, devenido en buitre, le hechó el ojo. Mientras la mano de la joven mujer se posaba sobre el interruptor del timbre, mi querido amigo le hizo una radiografía de arriba a abajo, dejando kilos y kilos de baba alrededor, llegando a manchar incluso al chofer que poco entendía por qué su camisa celeste estaba manchada de un fluido dudoso.
-No, Hurraca, no, sentencié.
-¿Por qué no?
-Porque tiene cara triste.
-¿Y?
-Y que lo que menos necesitamos en este momento es un bajón.
-Tiene cara de necesitar amor, replicó.
-Error garrafal. El amor no se necesita, nadie necesita amor para vivir, es una estupidez. El amor se quiere o no se quiere y ya.

06 junio 2009

Recomendación

Si es la primera vez que visitás este blog o te "Enganchaste" hace poquito, te recomendaría que leas este post, después este, si te queda tiempo, este y si encima te quedan ganas, relojeá este.
Una recomendación nomás.