Con el correr de los años, según Darwin, los seres vivos evolucionan. Las generaciones venideras serán, seguramente, más habiles que las actuales y capaces de adaptarse a los cambios. Seguramente lo mismo se diga de esta, de mi generación, o mejor dicho, de mi caso en particular. Probablemente cualquier Darwinista podría afirmar casi con seguridad que en muchisimos aspectos, soy mejor que mi padre, pero yo no creo que sea tan así.
Hace algunos días atrás me encontraba por motivos que no vienen al caso en un conocido Centro Cultural de la Ciudad de Buenos aires. Las horas pasaban y mientras me encontraba en el recinto, tuve que buscar algún divertimento mientras esperaba mi turno. Luego de vagabundear un par de horas por pasillos llenos de luz y de vida que me entretuvieron por un corto lapso de tiempo di con un cartel de colores llamativos, por lo que decidí posarme frente a él para leer.
El letrero era el anuncio de una muestra itinerante de Arte Homosexual y Trans. Sorprendente para muchos, al parecer artistas de todo el mundo convocados por una fundación que no recuerdo, donaron cientos de obras con una misma causa: Generar un impacto. Tal fue el éxito de la muestra que dos días más tarde de su inauguración en la ciudad española de Madrid, el código civil de dicho país fue modificado, favoreciendo a miles de personas que hasta ese entonces, no eran tratadas como tal. Sinceramente me copó bastante la idea porque si bien no está en mis planes que me manden carne por popa, la idea que el arte sea la voz de miles de seres humanos que padecen las locuras y las medidas dictatoriales que ofrecen quienes tienen el poder es algo que se reafirma muy a menudo.
Todo venía bárbaro, leía los párrafos y además de sorprenderme, insisto, por la importancia de la obra, me sorprendía de mi mismo y acá vale la aclaración. La cabezá me va más rápido que la lengua y tengo la -por momentos inutil- capacidad de hacer un chiste de absolutamente todo lo que me rodea, sino preguntenle a cualquiera que me vea a diario. Mi sorpresa en este caso fue la seriedad con la que me mantuve leyendo, sin hacer bromas en absoluto. Por un momento me sentí maduro, grande. Sentí que ya nadie volvería a decirme "Dejá de hacer esos chistes, pelotudo!" o cosas por el estilo, hasta que leí el nombre del Director: Pablo Peinado... "Peinado pa' adentro", dije en voz baja mientras me sonrojaba y perdía el control de mi sonrisa que empezaba en una oreja y terminaba en la otra.
Me recompuse como pude, huyendo de la escena del crimen ante la atenta vista de los demas mirones que con sus ojos, seguramente, me decían: "Deja de hacer esos chistes, Pelotudo!".
7 comentarios:
NO DEJES DE HACER ESOS CHISTES PELOTUDOS!
Te quiero Chu
Besos
Claris
Eso denota que queres carne por popa, pero tu represion mental hace que no lo reconozcas.
me paso lo mismo que a vos con el cartel, lo leí muy seria y compenetradamente hasta la parte final en la cual me empece a reír a carcajadas....
besos chuli
Ay, Kenny. Si no tuvieraa uno de esos chistes tuyos, al menos semanalmente, no sé qué sería de mí.
Que bueno haberte conocido.
(Viste? No hice ningún chiste! Si se quiere se puede)
jjajaja que grande Chuliii! No madures nunca!! :)
Ya te extrañaba por este medio che! nos tenemos que ver mas seguido!! :P
te mando un gran abrazoo!! y adelante con lo suyo!
Jime!
Jajajajajaja.
Sos un pelotudo! jajajajaj :)
apuntas bien, sigue escribiendo.
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