24 noviembre 2009

Pharma Sin Ti (El nudo)

Viernes al mediodía, interior de Centro Odontológico.
Me presenté ante el dentista gallego, le conté de mi molestía....

-¿Te duele?
-No... me dieron una sublingual y se me está empezando a pasar.

De repente, el letrado agarró el cuchuflo ese que es un palito metálico con algo redondo en la punta (creo que es un espejito), lo introdujo en mi boca y, con mucha mala leche, me dió un martillazo sobre el diente malherido.

-¿Y ahora?
-Gaita, da de puda madde que de padió
-¡Hey, la boca!
-¡Me duede y me peggazde!
-...
-¿Hadía necesidá?
-Honestamente... no. Pero bueno, fue divertido. Eres muy expresivo cuando sufres.

Me sacó el coso ese de la boca...

-Tengo una sola palabra para vos en este momento...
-¿Genio?
-CINICO.

Me recetó unos analgésicos y unos antibióticos. Cuando me estaba por ir, sonido de torno asesino en el consultorio contiguo:

-Ayaaaaaa.....
-¿Te duele de nuevo?
-Si, los oídos.
-...
-En serio, podrían mejorar la técnica de tornos, es inhumano de solo escucharlo.
-Mi golpecito no es nada entonces...
-Después uno odia a los dentistas... me pregunto por qué será, ¿no?

19 noviembre 2009

Pharma Sin Ti (El comienzo)

El dolor empezó en el oído, pasó a la mandíbula, después a la muela, las encías y en menos de veinte minutos mi hemisferio derecho estaba más alborotado que bebé pasado de Speed. Imaginen mi humor...

Mostrador de Farmacia.

-Dame lo que tengas para el dolor, por favor, porque asesino a alguien.
-...
-Me duele acá, acá y acá.
-Ibuprofeno.
-Potes de a kilo no venden, ¿No?
-No.
-Una pena.
-Ah.. no sé si me queda.
-Flaco, es Zona Vital esto...
-Si, ya sé...
-Si accidentalmente pateara hasta dar muerte a un pequinés enano de la bronca, ¿Vas a poder vivir con eso?
-...

Caja.
Ibuprofeno Matrix 600 mg adentro de una bolsa con cierre esperando ser digerido.
Srta de unos veintilargos adelante mío, Evatest en mano. Se tomaba la cabeza, como si le doliera o algo así.

Y yo pensando cosas como:
"¿Ahora te duele la cabeza? Esperá a que cumpla 17 y te pida el auto prestado".
"¿Ahora te duele la cabeza? Bancá a que le peguen en la escuela".
"¿Ahora te duele la cabeza? Siempre lo ponen como excusa y vos no te avivaste".

Lo bueno fue que esta vez me callé la boca. Debe ser por eso que me hizo efecto al toque la pastilla.

Continuará...

07 noviembre 2009

¡Ofertón!

Muchachos (y esto va pura y exclusivamente para los hombres y mujeres homosexuales)

En este preciso momento mi casa se encuentra tomada por mi hermana (25 años), su mejor amiga, la hermana de su mejor amiga (próxima a casarse) y unas 10 o 12 burras más amigas de la homenajeada que parecen haber escapado del book de Pancho Dotto.
El tema del ágape es la Despedida de Soltera de la ya mencionada, con lo cual la decoración del living son guirnaldas con forma de pitos hechas en goma eva, los ánimos por sexo y hombres son muchísimos y el nivel de alcohol en sangre de las damas, imagino, escalará a niveles insospechados con el transcurso de la noche, facilitándole el laburo a cualquiera.

La oferta viene así: El que caiga aceitado y con ganas de bailar sin ropa adelante de una turba de mujeres, hoy la pone seguro.

Eso sí, si vienen, no olviden usar tapones (o tampones) en los oídos porque no hay nada peor para alguien con resaca (como la mía en este momento) que lidiar con quince minas de entre 25 y 27 años hablando a los gritos.

Listo, después no me digan que yo no les avisé.

22 octubre 2009

Prime

Era otro de esos días en los que volvía del trabajo con la cabeza quemada, por lo que la mejor opción como medio de transporte para regresar había sido nada más y nada menos que mis dos piernas. Veinte cuadras a las ocho y media de la noche se caminan solas, más todavía si uno puede disfrutar la calma, la buena música y saborear un puchito mientras la noche aparece. Era uno de esos instantes de total autismo. Era uno con el mundo, pero como el mundo no es perfecto, el nirvana se vió interrumpido en el mejor momento.
Cuatro cuadras antes de mi hogar, en la puerta de un salón de fiestas infantiles, escuché un "Plop", como es las mejores épocas de Condorito. Me di vuelta para mirar qué había sucedido y horrible fue mi sorpresa al ver que no había nada ni nadie a mis espaldas. Ningún indicio que explicara el fuerte ruido que superó la barrera de mis auriculares a todo volumen. Divisé el paisaje buscando el origen del asunto y cuando me disponía a seguir con mi marcha, otro ruido me taladró los tímpanos.
¡¡¡Buaaaah!!! ¡¡Mi gdobo!! Bajé la vista y a mi derecha se ubicaba un menor muy muy menor de edad que hubiera sido la delicia del primer párroco que lo viera. Me clavó los ojos rojos y amargos y me enseñó un palito que llevaba en su mano con restos de goma azul en la punta. Yo seguía sin entender qué había pasado.
Ante el estruendo y el llanto del infante, los curiosos invitados del ágape abandonaron el salón y salieron a increparme. Hijo de puta, maleducado, le rompiste el globo al nene dijo una señora con cara de abuela. En un abrir y cerrar de ojos la esquina estaba copada por mucha gente formando un semicirculo acusador, dispuestos a incrustarme un disco de La Isla de Panam en el medio de la yugular hasta desangrarme. Todos me señalaban como el causante de haberle arruinado a un niño su cumpleaños. Era peor que haberle escondido las herramientas a Bob el Constructor.
La realidad del asunto indicaba otra cosa: el mocoso chocó su globo contra mi cigarrillo mientras yo venía caminando y este no demoró mucho tiempo que digamos en darse de baja. Obvio que en salita amarilla no existe Fisica como materia, por lo que para la limitada mente del párvulo, yo era un asesino mucho más malo que Gargamel con armas de fuego.
No faltaron las preguntas indagatorias y el punto máximo llegó en forma de acoso de un payaso animador diciéndome "¿Qué lo bardeás al pibe?"
A nadie se le caía una idea, hasta que se me acercó el progenitor del damnificadito y no escatimé en detalles sobre qué era lo que había sucedido. El tipo comprendió mi inocencia en el hecho y me dejó volver a mi casa tranquilo. Supe por su atención que él también, algunos años antes, había dado explicaciones a un padre. A él también, unos años antes por accidente se le había roto un globito...

09 octubre 2009

Llamame cuando llegues

Viernes pasado, 20 hs. Al teléfono con Antito.

Anto: Me cambiaron la fecha de la operación.
Chul: Sí, me contaste hoy al mediodía.
Anto: Así que mejor, porque además voy a estar un par de días con las marcas.
Chul: ¡Momento!
Anto: ¿Qué?
Chul: ¿Vas a estar tipo monstruo?
Anto: ...
Chul: ¿Con la cara hinchada y un montón de moretones?
Anto: Probablemente.
Chul: ¡Voy con la cámara!
Anto: ...
Chul: ...
Anto: Me puedo morir en la operación, estúpido.
Chul: ¡Es una operación de amigdalas! Hasta yo podría hacerla. Y con un cutter medio oxidado.
Anto: ...
Chul: ¿Qué?
Anto: Es de la nariz.
Chul: Ok... ¿Y te van a abrir la nariz en dos?
Anto: Capaz.
Chul: ¿Puedo hacer la segunda pregunta incómoda sin que me cortes el telefóno?
Anto: ...
Chul: ¿Tienen lugar ahi para poner TODO ESO?
Anto: ...
Chul: Quiero creer que es en un galpón la intervención quirúrgica. Tu nariz es desproporcionada.
Anto: ...
Chul: Si la van a abrir al medio, posta van a necesitar mucho lugar donde ponerla.
Anto: ...Te fuiste al carajo, chau.
Chul: Nonononono ¡Pará! ¡No me cortes!
Anto: ...
Chul: Ya sabés que a veces trato así a todo el mundo, además no tengo un buen día.
Anto: Deberías tener un trato especial conmigo, soy tu mejor amiga.
Chul: Lo sé, ¿y vos qué trato especial tendrías conmigo?
Anto: Olvidate gordo. No te toco ni con un puntero laser.
Chul: Afortunadamente.

Igual, obvio se las ingenió para salir ganando en la conversación, golpeando donde sabe que duele.

15 septiembre 2009

Ojota

-Esto que te voy a recetar son lágrimas. Te las ponés mínimo cada 4 hs y listo. Lo importante en realidad es que te relajes, dijo el Dr.
-Ok.
-Igual pedí un turno en recepción para ver cómo evolucionás.
-Dale que va.

Al otro día, receta y carnet de la obra social mediante, fui por las famosas gotitas. Una vez efectuada la transacción, solo restaba introducir el liquido por debajo de mis párpados, pero dada mi inexperiencia en el tema, lo del arrojamiento del líquido en cuestión sabía iba a ser una tarea por demás complicada. Tenía que tener en cuenta que jamás en mi vida había experimentado problemas en lo que a la visual se refiere, ni siquiera con una estúpida conjuntivitis como todos los niños durante la infancia. Sabía, además, que el proceso de aprendizaje llevaría su tiempo.
Ya con el Pomo de la muerte entre mis manos, volví a mi escritorio, abrí el frasquito con timidez y algunos segundos más tarde ya estaba con la cabeza reclinada dispuesto a auto flagelarme.
En un primer intento le pifié de tal manera que, con la boca abierta, me hice el enjuague bucal más caro de mi vida. En una segunda oportunidad, pero en el baño de mi lugar de trabajo, me bañé los dos cachetes con la solución mágica y entré en desesperación: No podía ser tan inútil.
Completamente enojado con la vida, con los fabricantes de gotitas, con los oftalmólogos y con la puta que lo parió, volví a apoyar el culo en la silla, con intenciones de llorar por mi estupidez. Ya habían pasado unos veinte minutos desde la situación inicial y sabía perfectamente que era algo que para el resto de los mortales era un trámite que duraba lo que un pestaneo.
Finalmente, mis compañeros de trabajo devenidos en Super Héroes me ayudaron con la tarea y con sumo cuidado me desvirgaron sin ningún tipo de problemas, aunque ofrecí algo de resistencia. Lo importante era que ya no le temía al uso del líquido en cuestión, pero sí al frasco que lo contenía aunque podía sobrellevarlo sin quedar en evidencia.

Diez días más tarde, habiéndole hecho caso al médico, me tocaba regresar a la clínica. Justo ese día y como por arte de magia, todo el contenido del Pomo de la Muerte ya había sido arrojado por completo sobre mis pupilas y para cuando me di cuenta de mi nueva dependencia por esas putas gotitas, ya era demasiado tarde.
Las horas que me separaban de la nueva visita a la clínica fueron eternas. Hasta se podría afirmar que, literalmente, no veía la hora de llegar al oftalmólogo, cosa que sería un simple chiste bobo habitual en mí si no fuese que durante absolutamente todo ese viernes había sufrido en carne propia la abstinencia lacrimosa, dejándome los ojos peor que los de Enzo Francescoli.
Cuando el reloj marcó las 18, apagué la máquina y luego de una pequeña escala técnica en casa, arribé al Centro de Salud.
Una vez dentro del sitio, la recepcionista me tomó una prueba de "Agudeza visual" y algunos segundos más tarde pasé a la sala contigua a la espera de mi turno.
Para decirlo de un modo bonito, digamos que en el lugar había más Bizcochitos que en un paquete de 9 de Oro sin abrir. Mi miedo a que sea contagioso, por supuesto, aumentaba a ración de 0,25 con cada minuto que pasaba.
Cuarenta minutos después de haber apoyado las asentaderas en un cómodo sillón, el médico coreó mi nombre y me arrimé hasta el consultorio. Me tomó otro examen de esos de decir letras pequeñas con un ojo tapado, luego lo mismo con el otro y sugirió que me relaje. Al parecer, no se debe estrictamente a un problema visual, mucho menos a tener los nervios ópticos enredados (como los niñitos de la sala de espera) sino que la causa de mi deficiencia ocular estaba estrictamente relacionada con el cansancio, el tabaquismo, el exceso de cafeína y la falta de ejercicio. Recién ahí pude respirar tranquilo.
Puede que próximamente muera por cualquiera de las cosas enunciadas anteriormente y no me sorprendería en absoluto. Es más, cual sea fuera mi causa de defunción, seguro va a estar relacionada con eso. Eso sí, desde el cielo, el más allá, colgado de una nube o donde concha me toque estar, voy a tener una vista divina.