Hace algún tiempo, Alejandro Dolina escribió que si un griego de la antigüedad despertara hoy entre nosotros y viera la televisión, no se asombraría tanto de la existencia de un aparato capaz de transmitir imagen en movimiento y sonido en tiempo real, como de que dos personas se sentaran a conversar como si creyeran que no los ve nadie cuando saben que los ve mucha gente. Es decir que lo que más sorpresa le causaría es el género de la entrevista. Imaginen al griego –por un momento, hagan el esfuerzo– si esa entrevista es la que anoche Mariano Peluffo le hizo a Nadia, la última expulsada de Gran Hermano.

¿Lo imaginaron? En la cara del amigo griego (que, supongamos, entiende el español con modismos argentinos de principios del siglo XXI) no cabrían tantos rasgos de perplejidad. Bueno, eso creo yo. Porque incluso la mia transmiten esa sensación: escuchar a Peluffo preguntarle por qué la bronca con Fulana y las estratagemas para sacar de la casa a Mengana porque ambas andaban atrás de Zutano, y que algunas son sus pollitas y las otras vaya uno a saber qué, y que además hay un Osito que esto y que lo otro... Difícil, ciertamente. Se ve que hay que seguir de cerca el asunto. Pensar que el otro día me sorprendi porque baje del tren y una parejita se despedía, y ella le decía a él: "Llamame a cualquier hora, voy a estar mirando Gran Hermano". Claro, la devoción por GH lleva a que la gente realice esos sacrificios y le reste horas al sueño con tan noble fin.

El momento tórrido de la charla llegó cuando pasaron las imágenes del robo perpetrado en la casa por Nadia. Ella fue la autora intelectual, porque la autora material fue una de sus pollitas, y había una tercera que oficiaba de campana o de suplente o sólo de cómplice. Sacaron un saquito marrón del cajón de Marianela. Al parecer era una venganza, porque a la propia Nadia le habían faltado cosas y Marianela, supuestamente, "se hizo cargo" (lo que quiere decir que se autoinculpó). Peluffo inquirió sobre cuestiones morales: "¿Si lo hacen tus rivales está mal, pero si lo hacés vos está bien?". Nadia dijo que no, después que no sabía, después que tal vez, después que sí, o sea, que "está re mal, pero bueno, yo soy así y me gusta". ¡Esas son declaraciones, eh! Y todo condimentado con el gestito de pasar su mano abierta mil veces frente a su cara, subiéndola y bajándola, lo cual significa que ella no es careta. Porque le interesa que eso quede claro: que ella no es careta. Y tampoco ladrona, según ella, porque lo que robó no lo robó, sino que lo sacó pero se lo devolvió a la amiga de su enemiga, o sea su también enemiga. "Yo no soy chorra", dijo Nadia, a pesar de lo que había dicho antes. Y sonreía.

Es complicado. Yo sospecho que no la entiendo porque sigo poco el programa y otro poco por mi natural incapacidad. Recuerden que soy el retardado de la familia. Lo malo es que no entenderlo hace que me distraiga y termine por las nubes de Úbeda o la luna de Valencia o algún otro elemento del cielo español. O pensando en griegos que vuelven a la vida 25 siglos después y no tienen mejor idea que mirar televisión.

me olvidaba... BIENVENIDA A LA VIDA, TIA !!!!!