Chancho va...

Estuve toda la semana esperando este día. Viernes. La palabra de siete letras que más me gusta después de "Vallium", ya se sentía más y más en mí.
Luego de una muy pajera jornada laboral, un paseo por unicenter y un agradable almuerzo con mi amigo Elias, decidí volver a casa. Al momento de arribar a la estación de Martinez noté que el tren estaba a punto de partir. Fue entonces que entre mis largas patas y yo (el otro día las medí, tengo como un metro y pico de largo... de piernas) decidimos hacer un salto mortal por sobre los molinetes. ¡Que tema los molinetes! Esos trípodes de mierda que ofician las veces de patovica para enanos, decidiendo quien pasa y quien no. Obviamente, subí a ese tren con un torpedo que se ubicaba en mis huevos.
La cosa es que al llegar a Beccar, noté que había Chanchos. No me refiero a esos que uno hace asesinar por el padre de un amigo para darle un susto. Tampoco esos chanchos que me visitan en los sueños (cirrosis, si lees esto: te extraño). Yo digo esos mal paridos con MUCHA cara de concha. Te miran con la misma cara de asco con la que miran a ese sapo con sífilis al que deben masturbar cada mañana después de desayunar. Dueños de unos aires de superioridad, dignos de Oggi Junco. Recordemos que les pagan para decidir a quién dejar pasar y a quien no. Son como los molinetes, pero no los podes saltar. A diferencia de los molinetes, estos sujetos por lo general son policias frustrados. Seguro que a ninguno le dió el psicofísico para entrar en la Bonaerense y como tienen alma de buchón, tiraron un Curriculum en TBA. Por si no se avivaron, me di cuenta que que para salir de la estación me iban a pedir el boleto que nunca compré. "Think, Chulian! Think!", me decía yo para mis adentros. Cuando digo "para mis adentros" me refiero a pensar en voz baja, no a otra cosa. Mientras me dirigía hacia el final del andén, pensé en cuatrocientas dieciocho maneras de zafar de la multa y que me dejen pasar... ganó la numero ciento veintidos:

- Sí, su boleto por favor.
- No lo tengo, ¿me deja pasar?
- Sin boleto no puedo dejarlo pasar.
- Lo que pasa es que me subí en Olivos con mi viejo, a él lo llamaron de urgencia de la clínica para ir a operar a un paciente. Se bajó en San Isidro con su boleto y el mío y yo me di cuenta cuando llegué acá.*
- Bueno, vaya hasta el medio de la estación donde está el supervisor, pague la multa y lo dejo salir.

Obviamente, le di la misma versión de lo sucedido al supervisor. Curiosamente, éste llevaba una chaqueta con la inscripción CCM sobre el bolsillo de la misma. Lo que yo supongo que representa: "Cara de concha mayor". No me quedan dudas al respecto.
Para que a mí un chancho frustrado me saque siete pesos un viernes a la tarde, tiene que ocurrir un milagro. No por amarrete. Pero es viernes. Además, fue todo un laburo venir corriendo desde la calle Alvear, esquivar a todos los que recien se bajaban del tren, saltar con mi agilidad de babosa embarazada el molinete para entrar con el último restito de aire en el tren.
Así que, no le dí el gusto. En un descuido del Chancho Oficial, me subí al tren que se dirigía hacia Tigre, me bajé en victoria y volvi caminando hasta mi hogarcha. Cuando me subí al tren, le hice un gestito de esos que se aprenden en la cancha. Ese que haces poniendo el dedo mayor e índice formando un pequeño círculo, que luego será atravesado a gran velocidad por el dedo índice de la otra mano.
Ok, diganme mentiroso si quieren. Pero antes de que me el Chancho sentencie: "Son siete pesos de multa", tenía que jugarme una última carta.